
A sus 24 años sufrió un accidente que le dio un vuelco a su vida en 180 grados. Luego de que este le arrebatase el 91% de su visión, Paul Cabrera Contreras, se trasladó a El Quisco para comenzar una nueva vida. Aquí se conectó con su nueva pasión: el surf, también encontró su espacio en la Municipalidad y hoy es reconocido por el Comité Olímpico chileno como instructor deportivo certificado.
Sin encontrar motivación en Santiago, quiso buscar un nuevo aire en el Litoral Central. Así fue como en 2017, ya instalado en El Quisco, empezó a trabajar en la Playa Inclusiva de la comuna. Desde ese momento no ha abandonado su vocación social y comunitaria en la Municipalidad, trabajando como tallerista en la Oficina de Inclusión y Diversidad con distintos proyectos que buscan apoyar el desarrollo de las personas, sin que se vean afectados o discriminados por alguna discapacidad.
A pesar de su corta carrera como deportista profesional, Paul cuenta con un tercer, un segundo y un primer lugar en Latinoamérica tras sus participaciones en el Sudamericano de Surf Adaptado y es bicampeón nacional en el Circuito Nacional de Surf Adaptado. Sin duda, piensa que “son muchas alegrías las que te hace vivir el surf, sobre todo representar a tu comuna, a tu país y a ti mismo como cara de los discapacitados”.
Es por esta sensación, por su crecimiento personal y la gratitud a su familia que Paul decidió tomar el desafío de aprobar el curso del Comité Olímpico de instructor deportivo y de nutrición deportiva, los cuales suman 150 horas lectivas. Fue un arduo trabajo el que realizó con su preparador físico para aprobar el curso, ya que este último debía leerle el material de estudio para que él pudiese guardar toda la información.
Actualmente, se encuentra preparando su participación en el Mundial de Surf, ya que está clasificado con el puntaje necesario para representar a Chile. Está entrenando de cuatro a cinco veces por semana, sin importar la temperatura, ni hora, ni nada que pudiese detenerlo. Para él, “los límites se los pone cada uno, los límites están en la cabeza”.